Segundo extracto de la novela «Guardianes de los Whills»

Esta semana se ha publicado una nueva novela que expande Rogue One, enfocándose en los personajes de Chirrut y Baze antes de los acontecimientos de la cinta. Debido al lanzamiento, StarWars.com ha revelado un extracto exclusivo de «Guardianes de los Whills».

Si no lo has leído, te recordamos que leas otra extracto que en el día de ayer Entertainment Weekly publicó.

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Y ahora sí, aquí tenéis el extracto traducido por nosotros:

«Necesito un nuevo blaster,» dijo Baze.

«Usa el tuyo viejo,» dijo Chirrut.

«No.»

«Todavía tienes el viejo.»

«Si.»

«Entonces usa el viejo.»

«No.»

Baze y Chirrut se separaron sin perder el paso al mismo tiempo que un grupo de chicos, cada uno de ellos sucios y tan cubiertos de tierra que iban dejando manchas de polvo a su camino, los cuales pasaron a su lado. Baze mantuvo una mano en la bolsa que tenía atada debajo de su túnica donde llevaba sus créditos y le echó un vistazo a Chirrut al mismo tiempo, sabiendo que no era necesario pero sin importarle. El tema era que, de los dos, era más fácil que a Baze le quitaran la bolsa sin que se diera cuenta.

«El viejo funciona perfectamente bien,» dijo Chirrut cuando volvieron a su posición, lado a lado.

«El anterior es un arma de Guardián. Y ya no soy un Guardián.»

«Entonces estás tomando una decisión.»

«Si,» dijo Baze. «Mi decisión es hacerme con un nuevo blaster.»

«No, tu decisión es ser testarudo.»

«Mi decisión es usar un buen blaster en vez de un arcaico arco de luz.»

«Tu buen blaster ha demostrado no serlo tanto.»

«Y por eso es que necesito una nueva arma.»

«Usa la vieja.»

Baze se paró por completo en mitad de la calle y Chirrut, también, se detuvo casi al unísono, como si lo hubiera previsto.

«Como en tantas conversaciones contigo,» dijo Baze, «hemos vuelto al principio.»

«¿Lo notaste, verdad?»

«Eres muy afortunado de tenerme como amigo, ¿lo sabías?»

«Lo se,» dijo Chirrut. «Aunque me cuestiono porque lo mencionas ahora.»

«Lo digo ahora porque me pregunto si alguien más se molestaría en aguantarte.»

«Ah,» dijo Chirrut. «Cantidad de veces me pregunto lo mismo de ti.»

Baze reventó a carcajadas, lo suficientemente fuertes como para que los que abarrotaban la calle se giraran a mirarlos, incluyendo dos adoradores del Isopter Central, que portaban cascos y túnicas, quienes se acercaron con curiosidad. Baze les regaló una gran sonrisa, mostrando sus dientes, y entonces se detuvieron, dieron un paso hacia atrás, y se voltearon para volver a perderse entre el gentío. Baze aprovechó la oportunidad para mirar a su alrededor antes de comenzar a caminar de nuevo. Chirrut le siguió el paso inmediatamente, con su bastón extendido en un ángulo perfecto hacia el suelo frente a él, girando ligeramente de lado a lado.

«¿Quieres ir de compras? dijo Chirrut. «¿Es lo que quieres decir? Aunque dudo que nos llegue para algo que sirva para tu cometido.»

«No.» La idea era un poco absurda para Baze. «Así no es como encuentras el arma adecuada, lo sabes de sobra.»

«Como hemos notado, aparentemente no lo se.»

«Nos están siguiendo.»

Eso pareció divertir a Chirrut. «¿En serio?»

«Desde que salimos del orfanato. No estaba seguro hasta ahora. Son dos.»

«¿Imperiales?»

«No lo creo. Uno de ellos es un Twi’lek.»

«¿Uno?»

«Son dos, eso creo. El otro es un Sabat.»

«No suenan como Imperiales.»

«Quiero saber porqué nos siguen.»

«Deberías preguntarles.»

«Lo haré.»

«¿Ahora?»

«Pronto,» dijo Baze.

Doblaron la esquina del Viejo Mercado y continuaron otro par de bloques, en dirección aproximada hacia la Pared del Este, sin mediar palabra. Continuaban siendo seguidos, y Baze concluyó un par de cosas, una de las cuales era que el Twi’lek y el Sabat sabían lo que hacían. Se daban espacio entre ellos, y dejaban lugar entre ellos, y Baze y Chirrut. Esto significaba que se comunicaban entre ellos, ya sea por comunicador o por señales de mano o algo similar. Eso significaba cierto grado de entrenamiento, algo de experiencia. Si eran criminales, eran de mejor clase que lo que Jedha solía ofrecer.

Porqué eran seguidos por criminales era otra pregunta distinta. Lo mejor que un ladrón podría obtener era decepción. Lo peor era huesos rotos, no solo de los puños de Baze, sino de la escalofriante exactitud y velocidad con la que Chirrut podía usar su bastón.

Así que si no eran criminales, estaban bien entrenados y eran cuidadosos, significaba que tenían que ser miembros de alguno de los grupos insurgentes que operaban en la ciudad. Pero esto era más sorprendente, puesto que los grupos de insurgencia de la Ciudad Sagrada estaban compuestos de gente allí, y la gente de allí eran en su mayoría humanos. Los Twi’leks no eran comunes pero se dejaban ver, pero el Sabat era otra cosa. La última vez que Baze había visto un Sabat era cuando aún se consideraba Guardián de los Whills, y eso había sido hace mucho tiempo.

Entraron en un barrio mixto entre residencial y comercial conocido por los de allí como Hopper Town, habiendo perdido el significado del nombre hace muchos años. Los edificios bajos se apilaban hombro con hombro, con callejones tan estrechos que Baze solo podía cruzarlos andando de lado. Dieron la vuelta hacia el norte, y Chirrut se detuvo de golpe, levantando una mano para detener el avance de Baze. Antes de que Baze pudiera preguntar, vio lo que su amigo había sentido de alguna forma.

Delante de ellos, rodeando el final de la calle, se acercaba una patrulla de Stormtroopers. Una media docena iba por delante a pie, con sus rifles blasters listos, detrás de ellos un vehículo de asalto terrestre como apoyo, uno de los transportes blindados de tropas, con un blaster de repetición montado encima y el artillero visible en su puesto. Baze echó una mirada a los callejones estrechos a ambos lados y por encima de los balcones y techos de los edificios que los rodeaban. Las ventanas empezaron a cerrarse y la gente se apresuró a dejar la calle.

«Habrá violencia.»

Chirrut lo dijo con una certeza que Baze había aprendido a confiar de manera absoluta.

«Stormtroopers,» dijo Baze. «Un grupo de cacería. Vienen hacia aquí.»

Se movió hacia la izquierda, poniéndose cerca del callejón más amplio a la vista, con Chirrut a su lado. Desde el otro lado de la calle escuchó el sonido de las voces de los Stormtroopers pero no pudo apreciar sus palabras.

«¿Qué fue eso?»

«Están diciendo a todos que permanezcan en sus sitios,» dijo Chirrut. «No queremos hacer eso.»

«No, no queremos. Ven, tu primero.»

Chirrut extendió sus manos, con el bastón en una de ellas, y sintió las paredes que formaban la boca del callejón.

«No vas a caber,» dijo Chirrut.

«Por supuesto que cabré.»

«No voy a dejarte.»

«No me vas a dejar, pero tu vas a entrar al callejón, Chirrut.»

«Tú primero.»

Uno de los Stormtroopers los había visto, y apuntaba en dirección a ellos. Todavía habían unos buenos veinte, veinticinco metros entre la patrulla que se aproximaba y el callejón donde se encontraban Baze y Chirrut. Baze analizó la situación. Era totalmente posible que la patrulla Imperial no tuviera nada que ver con ellos, que solo fuera un despliegue de fuerza como respuesta a todas las otras cosas que podrían pasar, o estaban pasando, en la Ciudad Sagrada. También era totalmente posible que algo hubiera salido mal la noche anterior, y que alguna cámara de seguridad o algún testigo los hubiera visto mientras robaban el cargamento de suministros, y que hubieran pasado sus descripciones al cuartel. También era posible, y Baze pensó que esto era lo más probable, que no se tratara de otra cosa que mala suerte, y que el simple hecho de tratar de huir los había convertido en sospechosos.

El problema era que si los detenían para interrogarlos, o se los llevaban, no sabría en qué acabaría todo. A diferencia de Baze, Chirrut estaba vestido como un Guardián de los Whills. Sería reconocido por ello y sujeto a todavía más preguntas. Y Chirrut, siendo Chirrut, no le diría a los Stormtroopers lo que querían oír, y que Chirrut, siendo Chirrut, comenzara a cantar su letanía. Los detendrían. Tal vez los encerrarían en el Destructor Estelar, y Baze sabía bien que aquellos a quienes detenían a bordo del Destructor Estelar nunca volvían.

Baze suspiró.

«Está bien,» dijo. «Yo primero.»

Y empujó a Chirrut hacia el callejón.

«Yo te sigo,» dijo, mientras comenzaba a correr en dirección al Mercado Viejo con los gritos de los Stormtroopers, y los de su amigo, mientras lo perseguían.

Guardianes de los Whills escrito por Greg Rucka, ya está disponible en Estados Unidos. En España aun carecemos de fecha de lanzamiento.

Fuente: StarWars.com


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