
Te recomiendo leer y “escuchar” este artículo con una buena banda sonora de la saga. Si todas las canciones te parecen buenas y no sabes cuál elegir, personalmente te recomiendo esta.
¿POR QUÉ HA SOBREVIVIDO UNA FRANQUICIA COMO STAR WARS?
Esta pregunta, aparentemente sencilla, encierra un hito que comenzó en la historia del cine, se extendió a otros géneros y acabó superando a su propio creador. En este primer artículo vamos a hacer un recorrido histórico por la franquicia para estar bien preparados de cara a la futura película: El Ascenso de Skywalker, una obra que pretende cerrar definitivamente toda la saga para emprender un nuevo camino.
Como en tantas otras ocasiones, vamos a partir de la opinión de un viejo conocido como Joseph Campbell y su opinión sobre Star Wars, y es que para el maestro esta saga era, sin duda, “una historia vieja con un traje nuevo”.
Este artículo no será otro argumento más a favor de la famosa teoría de Campbell y el monomito —algo de sobra conocido y más que analizado—, sino que nos apoyaremos en la misma para tratar de argumentar el motivo por el que Star Wars nunca podrá pasar de moda y cómo podemos entender y analizar mucho mejor cada una de sus trilogías y su trayecto en general.
Star Wars, un mito universal
El motivo es tan claro como complejo. Esta saga, que tan hondo nos llega a aquellos que la hemos vivido desde nuestra más tierna infancia y que aún nos hace soñar con galaxias muy lejanas en nuestra adultez, ha pasado por diferentes etapas, tanto a nivel de historia interna como externa. El monomito de Campbell nos indicaba, a grosso modo, que la mitología nunca nos había abandonado debido a que, como la materia, no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Y esa mitología, compuesta por todos los arquetipos que Campbell mencionó en su teoría, sigue viva en nuestra mente de muy diversas formas. Ejemplos los tenemos a raudales pero, ¿a quién no le vienen a la cabeza multitud de historias sobre héroes, su particular viaje y toda clase de epopeyas? Seguramente estés pensando en cientos de obras: Harry Potter, Matrix, El Señor de los Anillos, el propio Universo Cinematográfico de Marvel y, como no, Star Wars. Y es que si algo tiene esta última de especial, algo que creo que la ha hecho destacar por encima del resto y erigirse como una mitología de nuestra era, es su universalidad.
Me explico, cuando nos referimos al concepto de “universalidad”, queremos decir que estamos tratando con una serie de ideas que, siguiendo la definición de la propia RAE, “pertenece o se extiende a todo el mundo, a todos los países, a todos los tiempos”. Es por este motivo por lo que en esta historia cabe de todo: un western, una aventura, un antihéroe, una historia bélica, una historia más fantástica… cualquier género que se te ocurra tiene cabida en este mundo. Esto, que podemos aplicar a la idea de Joseph Campbell sobre el viaje del héroe, es algo que Star Wars lleva implícito en su misma gestación y es por ello por lo que es una historia o, mejor dicho, un universo que ha sobrevivido hasta día de hoy y nos sobrevivirá a nosotros.
Los comienzos nunca fueron fáciles
El hacedor de este universo que comenzó su andadura en 1977, George Lucas, no tenía ni idea de que estaba construyendo una obra que se convertiría en un mito, aunque sí se basó en la mitología analizada por Cambpell para crear una narración situada fuera de cualquier tiempo histórico y protagonizada por personajes heroicos. Este último aspecto sí que lo tuvo clarísimo y en ello vertebró Una Nueva Esperanza —aunque este nombre es muy posterior, ya que la primera película estaba pensada para ser una única obra con un principio y final muy claros—.
La idea inicial de Lucas, hecho también de sobra conocido, era rodar una película basada en uno de sus héroes de la infancia, Flash Gordon (Alex Raymond, 1934), pero, por mucho que lo intentó, no pudo conseguir los derechos así que, cabezón como él sólo, se centró en crear su propia historia basada en los mismos tropos del cómic. Para ello, estudió concienzudamente multitud de obras de ciencia ficción, cómics y películas además de algunos ensayos como el de Campbell:
“analicé las películas juveniles, cómo funcionaban, y la mecánica de los mitos, y estudié con detenimiento los elementos de las películas dentro de ese género de cuento de hadas que explicaban su éxito. Descubrí que el mito siempre se desarrollaba en la lejanía, en algún lugar remoto y exótico. Para los griegos era Ulises partiendo hacia lo desconocido. Para Estados Unidos, el Oeste. […] El último lugar que queda “en la lejanía” es el espacio”.
En el aspecto cinematográfico es obvio que una de las obras que más le influyó fue La fortaleza escondida (1958) de Akira Kurosawa, una comedia de aventuras en las que un general interpretado por Toshiro Mifune utilizará a dos soldados, que no dejan de pelearse y discutir, para transportar una gran cantidad de oro y liberar a la princesa Yukihime de las garras del enemigo. De hecho, la princesa iba a ser en un principio el centro de toda la historia, algo que a Coppola le encantó, pero posteriormente sería relegada a ser la prima de Luke y luego eliminada de la trama para concentrarse en un guerrero Jedi llamado “el Starkiller”. Posteriormente cambiaría de parecer y viendo que no había una protagonista femenina en toda la historia decidió convertir a Luke en una chica y más tarde recuperar a Leia como una de las protagonistas. La idea básica era muy clara:
“me di cuenta de que lo que en realidad quería hacer era una fantasía de acción contemporánea”.
Como sabemos por la historia y mitología creada alrededor del propio Lucas, todo el proceso de grabación, producción y montaje de la película fue un auténtico desastre y un infierno hasta el punto de plantearse cancelar todo el proyecto en varias ocasiones. Llegó incluso a tener un pequeño infarto por la presión de llevar adelante el proyecto —menuda le armó Alec Guinness cuando se enteró de que su personaje, Obi-Wan Kenobi, iba a morir—..

Una de las características menos conocidas de Lucas es su aversión al proceso de escritura, algo que confirmó en una entrevista realizada en 1974 para Filmmakers Newsletter: “cuando me siento a escribir, sudo sangre. Es horrible. Escribir no fluye en una ola creativa como sucede con todo lo demás”. Lo que en un principio comenzó como un breve relato titulado El diario de los Whills acabó convirtiéndose en The Star Wars y finalmente en la Star Wars que conocemos.
La primera historia, o más bien borrador, que escribió comenzaba del siguiente modo:
“Con un cuento que se abría en los primeros momentos de la película para recalcar que la historia que seguía procedía de un libro. «Esta es la historia de Mace Windy, un venerado sacerdote Jedi—bendu de Opucchi, tal como nos la narró C. J. Thorpe, aprendiz Pasawan del famoso Jedi […]. Los héroes eran llamados a acudir al desolado segundo planeta de Yoshiro por un mensajero misterioso del Presidente de la alianza”
No es de extrañar, teniendo todos estos factores en cuenta, que ni el creador, ni el estudio, ni nadie —salvo su amigo Spielberg— tuvieran serias dudas de que esta película acabase en buen puerto. Finalmente acabó siendo un hito en la historia del cine y de la cultura popular. Ya sabéis, la vida es muy irónica.
Por su obra se conoce al artesano
La evolución de una obra es caprichosa y a menudo llena de giros extraños. Antes hemos indicado que la película estaba inicialmente pensada para ser una única película. George Lucas era muy consciente de que el concepto era muy arriesgado para funcionar a nivel de mercado, pero en aquel momento su única pretensión era terminar realmente el proyecto.
Los motivos que llevaron a Lucas a meterse en un proyecto de esta índole son varios y no son tan románticos como podríamos pensar. En parte se deben a que finalmente no rodó la película que tenía prevista, que no era otra que Apocalypse Now, por desavenencias financieras con Coppola —que se negó a perder los beneficios que obtendría de la película— y ya se había hecho a la idea de volver a trabajar, por lo que quería llenar ese espacio creativo con otro proyecto. El segundo motivo y más importante era que las facturas no se pagaban solas y Lucas en ese momento, por mucho que nos cueste aceptarlo, necesitaba trabajar cuanto antes para pagar las múltiples deudas que atesoraba.

No podemos negar que la idea de realizar una continuación o varias podía estar ahí, pero en primera instancia sólo quería terminar la película, lanzarla, recibir los palos de la crítica y del público y finalmente descansar. Cualquiera que vea la película puede darse cuenta de que podría haber sido una historia única, con un principio, un desarrollo y un final bastante claros, en el que la rebelión consigue derrotar al Imperio totalmente —aunque no se pilló los dedos, muy inteligentemente, dejando sobrevivir a Darth Vader—; y lo mismo ocurre con el viaje del héroe, en el que podemos encontrar todos las fases señaladas por Campbell hasta su final con Luke, Han, Leia, Chewie y los androides consagrados como héroes.
Todo podría haber terminado aquí y ahora estaríamos hablando de una película de fantasía —que no ciencia ficción, aunque lo aparente— muy bien cerrada. El éxito pilló de sorpresa a Lucas que, gracias a su acuerdo sobre los beneficios de merchandising, pasó a temer por no llegar a fin de mes, a convertirse en un joven y rico director con todo por delante.
Tres años después saldría a la luz la considerada posteriormente como mejor película de la saga, El Imperio Contraataca, rebautizando la primera película como el cuarto episodio de una trilogía que contendría, al menos, seis películas —aunque Lucas pensó en más—. Curiosamente, Isaac Asimov hizo algo similar en su universo literario, convirtiendo una serie de relatos cortos en una trilogía como es el caso de La Fundación y posteriormente uniéndolo a su serie sobre los robots, que a su vez no estaba pensada inicialmente para formar parte de un todo. Igualmente, y para relacionar sus diferentes sagas, lanzó una serie de obras que acabaron uniendo casi todas sus obras de ciencia ficción en un único universo, asemejando su trabajo al de la construcción histórica real. Como sabemos, Asimov era muy aficionado a la historia —de ahí sus múltiples libros divulgativos con los que pretendió realizar todo un recorrido histórico desde las primeras civilizaciones hasta su tiempo— y esto se ve perfectamente reflejado en su obra, tanto a pequeña escala, con personajes debatiendo sobre ella, como a gran escala, pretendiendo abarcar un tempo histórico enorme para mostrarnos la evolución de la humanidad en el futuro, con su crecimiento, caída y posterior auge. Es probable que Lucas, aficionado a este género desde pequeño, se sintiera atraído como tantos otros a las ideas de Asimov y quisiera crear su propio universo cuando comprobó que la primera entrega había funcionado tan sumamente bien.

Las dos primeras trilogías son hijas de su tiempo y también producto de la evolución personal de Lucas y su reacción a esos tiempos. A su misma vez la tercera trilogía, alejada de la mano de su creador, tampoco se puede analizar sin analizar el giro actual de la industria del cine y, por supuesto, de sus creadores. Y es que en este punto Star Wars ya no pertenece a una única persona, sino a una de las empresas más grandes del planeta y, por tanto, a múltiples personas e ideas. Así pues, ¿cuál es el traje nuevo de cada una de las trilogías? O, dicho de otro modo, ¿cómo podemos entenderlas mejor?
Para ello vamos con la primera clave: su contexto o el momento en el que fueron creadas.
Vamos a tratar de analizarlas desde un punto de vista más amplio que no sea el meramente subjetivo o emocional. ¿Cómo se ve reflejado el contexto global y el de la industria del cine en cada una de las películas y trilogías?
LA TRILOGÍA CLÁSICA: LA MADUREZ DE GEORGE LUCAS (1977—1983)
A partir de aquí entramos en el quid de la cuestión. Esta trilogía es y será el núcleo de toda la saga. Nos referimos siempre de cara al futuro porque será esta la que marcará el devenir de toda la historia. Es muy posible, teniendo en cuenta el presente de la misma, el tipo de marketing y el “cierre” al que alude el futuro Episodio IX, que en el futuro sea conocida como “la saga de los Skywalker”. Sin embargo, por muchas pretensiones que tengan de alejarse de aquí, esta trilogía será siempre el núcleo por el que gravite el resto del universo como así hemos podido comprobar tanto en el anterior “universo expandido” —formado por todo aquello que no eran las películas— como en el nuevo canon. Este núcleo narrativo no es ni más ni menos que el presentado por George Lucas en sus inicios, a saber: luz contra oscuridad, el viaje del héroe, el destino de la galaxia y su control y el triunfo final del bien. No creo que en ningún producto considerado “de los principales”, se vayan a alejar de esta pesquisa. Al menos no en un futuro medianamente cercano, aunque posiblemente sí lo harán en otros medios como The Mandalorian.
En cualquier caso, y si nos fijamos, todos los grandes productos siguen teniendo más o menos a Lucas como el consejero o guía espiritual de la saga. Así podemos verlo tanto en la futura serie de los mandalorianos como en el considerado su pupilo principal y legado, Dave Filoni, cuya influencia es palpable. Cabe resaltar que esto no se ha dado en la última trilogía de manera tan clara, ya que sabemos que creadores se han alejado de las pretensiones iniciales de Lucas pese a haber mantenido siempre cierto contacto con él.

La trilogía original se gestó en un momento importante para Lucas, uno de esos instantes que marcan una historia vital y se transforman en esos momentos que posteriormente los historiadores marcamos como “un antes y un después”. En este caso fue el año 1977 y la primera película de la saga las que marcaron este momento. Sobre el “antes” ya hemos hablado en esta misma casa en varias ocasiones para tratar de dilucidar las causas que gestaron su famosa obra pero no hemos tratado cómo era el mundo que inspiró a Lucas.

Los años setenta supusieron también un “antes y un después” en la historia contemporánea, ya que el mundo se encontraba en un enorme y complejo vaivén económico formado tras la Segunda Guerra Mundial. En el aspecto social, desde los años sesenta se vivió una serie de mejoras sociales cuyos ecos aún seguimos viviendo aunque, lamentablemente, perdiendo cada vez más. Sin embargo, consideraba que este optimismo era necesario teniendo en cuenta que EEUU acababa de salir de la Guerra de Vietnam (1955—1975) la primera que perdió en su corta historia. Ello se vería fuertemente reflejado en Una Nueva Esperanza, siendo una película que empieza con un tono bastante sombrío —mostrando los últimos reductos de la democracia en esa escena inicial donde se nos presenta a Tarkin informando de que el Emperador ya se ha encargado de ello— para acabar con una esperanza de mejora para los protagonistas y la galaxia en sí:
“ya que no podía hacer esa película [Apocalypse Now] porque trataba de la guerra de Vietnam, manejaría algunos de los mismos conceptos interesantes que había querido utilizar en ella y los convertiría en una fantasía espacial, de modo que hubiera un gran imperio tecnológico que perseguía a un pequeño grupo de combatientes por la libertad”.
El propio Lucas siempre insistió en que su película tenía que reflejar los valores positivos que él consideraba necesarios para una lograr una sociedad mejor: «Tenemos que recuperar el optimismo. Tal vez los niños salgan de la película y por un segundo sientan: ‘Realmente podríamos hacer algo en este país’…En todos esos tópicos sobre ser un buen vecino, sobre el espíritu estadounidense y toda esa basura, en todo eso hay algo». De igual modo, Lucas se dirigía esencialmente a los niños que, como él había sido, tenían miedo a los cambios, al futuro por venir, un futuro que dependía de ellos y que podía ser mucho más luminoso que el que estaba viviendo su nación en ese momento:
«Estaba pensada para ser una película como una mitología. Esto es lo que significa. Estás a punto de entrar en el mundo real. Tienes 12 años, vas a entrar en el gran mundo y te alejas de que tus padres sean el centro de atención. Probablemente tienes miedo, no sabes qué va a pasar y aquí tienes una pequeña idea sobre algunas de las cosas a las que deberías prestar atención: amistad, honestidad, confianza y hacer lo correcto, viviendo en el lado iluminado de la vida, evitando el lado oscuro».
Fuera de EEUU, el mundo estaba virando hacia derroteros inciertos con la victoria de Margaret Tatcher en Reino Unido y la fuerte recesión económica que estaban viviendo todos los países industrializados por la crisis petrolera. Fue también en este momento cuando comenzó el nacimiento y auge de lo que hoy llamaríamos “neoliberalismo”, con la sustitución de la teoría de Keynes que probablemente os suene de cuando estudiábais en el instituto. En cualquier caso, el comunitarismo propio de los sesenta estaba desapareciendo por un cada vez más fuerte individualismo, aspecto que se vería reflejado en el cine con cada vez más directores independientes y estudios propios, como fue el caso de Lucas y Coppola y American Zoetrope.
Sin embargo la Guerra de Vietnam no fue la única en sacudir al mundo, ya que a nivel global la URSS invadiría poco después Afganistán (1979) mientras que Egipto y Siria declararon la guerra a Israel a la vez que África seguía cambiando rápidamente gracias a la progresiva descolonización consecuencia del siglo anterior. En definitiva, se trataba de una década de fuertes cambios que no invitaban precisamente hacia el optimismo, otro aspecto que posiblemente tomaría El Imperio Contraataca para reflejar que la guerra no había hecho más que empezar.
En cuanto a la cultura popular, la película anterior de Lucas, American Graffiti (1973), ya nos mostraba hasta qué punto le había influenciado y, de hecho, se trata de una buena manera de comprender lo importante que era para su generación. En los setenta el pop se encontraba inmerso en un auténtico auge y fue la época en la que nació la famosa música disco con bandas como ABBA. Igualmente el rock experimentó una evolución hacia nuevos estilos como el rock progresivo.

En el mundo de los videojuegos fue una época de absoluta eclosión, una edad de oro, con grandes clásicos como Space Invaders, Asteroids, Pong o el mítico Snake. Incluso en el mundo de la informática surgieron empresas tan importantes hoy en día como Apple y su incursión en el mundo de los ordenadores personales. Posiblemente muchos de los elementos de la primera trilogía estaban originados en el mundo del cómic, pero no debemos desdeñar que se trató de una época de auge tecnológico que, sin duda, influiría fuertemente en muchos aspectos de las tres películas.
En cuanto al cine, surgiría un concepto que no nos resulta ajeno hoy en día : el blockbuster o grandes taquillazos. Star Wars fue el gran coloso en cuanto a recaudación, pero tenemos otras obras como Tiburón (el primer taquillazo) y Encuentros en la tercera fase (ambas de su amigo Spielberg), Superman (donde tenemos a un John Williams en su esplendor) o El Padrino de Coppola entre otras. Lucas se alejó totalmente del cine experimental de su primera fase para acercarse a la cultura popular en American Graffiti y finalmente a la mitología y el cine más juvenil con Star Wars.
Como muchos sabréis, George Lucas era un auténtico fanático del mundo del automovilismo y las carreras eran su pasión —algo que a punto estuvo de costarle la vida—. Sin duda esto se ve reflejado en American Graffiti pero también en Star Wars y es que, ¿quién no recuerda las persecuciones de los Tie Fighters al Halcón Milenario al escapar de la Estrella de la Muerte o la persecución final de la trinchera donde Luke da el paso definitivo hacia su camino en la Fuerza?
Fue también en esta etapa, mientras trabajaba en el Episodio V y gracias a la capacidad financiera que había adquirido, cuando gestó el que se convertiría en su imperio personal, convirtiendo a Lucasfilm en una gran empresa con múltiples frentes. Con todo ello, su sueño de no depender de Hollywood y de tener el total control creativo de sus obras y proyectos se había cumplido. Se había independizado del sistema creando el suyo propio. En 1982 compró lo que posteriormente sería conocido como el Rancho Skywalker, un paraje de setecientas hectáreas situado en Lucas Valley Road (no llamado así por el propio Lucas, sino por John Lucas, el colono original de aquellos parajes). Lucas conseguiría realmente su sueño tras el estreno de El Imperio Contraataca, película que costó 57 millones en gastos totales y que recaudó 210 millones. Con esto, la base de la compañía ya estaba asegurada.
Una década compleja pero creativa
Los años setenta son el caldo de ebullición cultural bajo el que se sustenta esta primera trilogía y Lucas era uno de los artífices del llamado New Hollywood o la nueva ola estadounidense que se dio a finales de los sesenta que se caracterizó por la progresiva desaparición del sistema de estudios en pos de directores más independientes y el auge de la televisión.
Tras el bombazo de la primera película se establecieron los pilares de su nuevo Imperio. Star Wars estaba condenada a ser algo más que una simple película de aventuras. La trilogía terminó en 1983, a comienzos de una nueva década marcada por cambios sociales, los rápidos avances tecnológicos y la desconstrucción y nuevo tipo de economía mundial.
Esta década también estuvo fuertemente marcada por la confrontación final entre EEUU y la URSS, con grandes tensiones que no hicieron sino aumentar en el mandato de Ronald Reagan que ya mencionó: “Si se me permite robar una frase de la película… «la Fuerza está con nosotros”. No olvidemos que fue este presidente el que lanzó la famosa Iniciativa de Defensa Estratégica conocida como “Guerra de las Galaxias”. Estuvimos a punto de perder el mundo tras una guerra nuclear y, aunque suene un tanto peliculero, en ocasiones esa diferencia la marcó el pulsar o no un botón.
Es en esta etapa donde se produjeron avances científicos notables en el campo de la genética y lo digital, aspectos que si bien no veremos demasiado en esta trilogía, sí que marcarán a las tres precuelas siguientes, desde la creación de un ejército clon —fue en los ochenta donde se crearon los primeros “bebés de diseño”—, al uso de las diferentes interfaces tecnológicas que aparecerán (mucho más modernas desde nuestra perspectiva pese a ser cronológicamente anteriores en la historia de la saga) y la propia producción basada casi en su mayoría en el nuevo cine digital. Y no olvidemos lo que lo cambiará todo, Internet, que no fue Skynet pero casi (que sepamos).
Star Wars bebió de innumerables influencias y todo el mundo fue influenciado por ella. Podemos ver la Guerra de Vietnam representada en toda la parte que transcurre en la Luna Santuario de Endor de El Retorno del Jedi, desde el ambiente a la ropa de los soldados rebeldes a las trampas que utilizan los propios ewoks para derrotar la tecnología imperial. De igual modo, el concepto y el poder de destrucción de la Estrella de la Muerte probablemente no existiría sin el arma definitiva por excelencia de EEUU: la bomba nuclear y lo sucedido en Hiroshima o Nagasaki. Los asaltos a la Estrella de la Muerte nos recuerdan a innumerables asaltos reales producidos durante la Segunda Guerra Mundial así como el miedo al totalitarismo del Imperio Galáctico, el cual era para Lucas “como Estados Unidos dentro de diez años… permitiendo que el índice de criminalidad ascienda, hasta el punto de que la población se somete de buen grado a un estado policial de control total”. La carrera espacial ayudó a que muchos pensaran que los viajes en el espacio no eran propios de la ciencia ficción.
Por su parte, EEUU estaba gobernada, desde la perspectiva de un joven Lucas, por un presidente peligroso, Richard Nixon, del cual nos afirma que se había presentado como un buen tipo pero que era realmente malo, algo que sin duda podemos ver reflejado en la carrera de Palpatine.

En definitiva, todo el mundo pensaba que el mundo estaba en peligro y pendía de un hilo muy fino y es justo todo eso lo que podemos ver en la primera trilogía. Ni más ni menos que el miedo y esperanzas de un tipo de su tiempo, todo ello en un coctel que mezclaba la sabiduría oriental (influenciado por Kurosawa), el oeste americano, el cómic y su contexto histórico. Todo eso es Star Wars que, como sucede en muchas ocasiones, consiguió el todo fuera mucho, mucho más que la suma de sus partes.
En cuanto al cine ochentero, volvieron poco a poco las grandes películas de estudio propiciadas precisamente por los cineastas de los setenta y el concepto de “películas comerciables/rentables” cambió el paradigma estadounidense. Un paradigma que sigue siendo clave hoy en día. El llamado “éxito de taquilla” se convirtió en el objeto a perseguir y las películas de acción tuvieron su gran efervescencia en estos momentos (aún seguimos viviendo de muchas secuelas de estos momentos, como Terminator o Alien). Actores ya conocidos como Bruce Willis, Mel Gibson o Sylvester Stallone se convirtieron en auténticas celebridades.
El gran taquillado fue sin duda ET, el extraterrestre (1982), seguido, como no, de El Retorno del Jedi (1983) y El Imperio Contraataca (1980) además de la trilogía de Indiana Jones. Sin embargo, como bien saben los más veteranos del lugar, tras el año 83 la saga entró en un enorme vacío que duraría casi 20 años y que se pudo sortear, en parte, gracias al Universo Expandido que surgió.
MÁS ALLÁ DE LAS PELÍCULAS: EL UNIVERSO EXPANDIDO (1983—1991)
El ser humano es curioso por naturaleza, y quiero creer que esa curiosidad también nos lleva a emprender en algún momento de nuestra vida, o ciclo como especie, un viaje para explorar todo aquello que aún desconocemos, nuestro propio viaje del héroe. Por ese mismo motivo, cuando en 1983 terminó El Retorno del Jedi y no había ninguna película más a la vista muchos fans tuvieron que explorar otros medios si querían saber cómo iba a continuar la historia, qué les deparaba la vida a nuestros protagonistas y todo aquel hueco que fuera susceptible de ser llenado narrativamente. Si queréis saber cómo se vivió esta época por el fan, os animo a revisar este artículo de Benjamín Bruña en el que nos recordaba no sólo esta etapa, sino su contexto, cuando Star Wars sólo era La Guerra de las Galaxias y no la nave colosal que es ahora.
Por cuestiones de espacio y paciencia por vuestra parte, sería imposible aquí contar cómo se vivió el mundo del coleccionismo o nombrar todas las obras, en diferentes medios, que llenaron todo ese hueco hasta la llegada de la primera de las precuelas en 1999, pero baste decir que hubo algunas historias realmente increíbles, especialmente en el ámbito literario —al nivel sin duda de las películas— y que aún hoy están en el corazón de muchos de los fans. Esto se denominó como “Universo Expandido”, y aquí todas las historias publicadas en novelas, cómics, videojuegos y todo aquello que no fuesen las películas. En este aspecto hemos de matizar que George Lucas nunca tuvo un respeto pétreo por esto, y como jefe y señor que era se permitió siempre el derecho de coger lo que fuese de su interés o directamente contradecirlo en sus propias obras si así lo consideraba necesario. En palabras del propio Lucas en agosto de 2005:
“Yo no leo eso. No he leído ninguna de las novelas. No sé nada sobre ese mundo. Ese es un mundo diferente a mi mundo. Pero intento mantenerlo consistente. La forma en que lo hago ahora es que tienen una Enciclopedia de Star Wars. Entonces, si se me ocurre un nombre u otra cosa, lo busco y veo si ya se utilizó. Cuando dije que [otras personas] podrían hacer sus propias historias de Star Wars, decidimos que, como Star Trek, tendríamos dos universos: Mi universo y luego este otro. Intentan hacer que su universo sea tan consistente con el mío como sea posible, pero obviamente se entusiasman y quieren ir en otras direcciones.”
Estas vías alternativas o complementarias a las películas comenzaron realmente pronto y se consolidan en una primera etapa que durará desde 1976 a 1987, en concreto con la novela de Alan Dean Foster titulada Star Wars: From the Adventures of Luke Skywalker. Esta obra fue lanzada seis meses antes de la película y nos contaba, bajo la acreditación del propio Lucas, una versión de la película. Este mismo autor también escribiría la primera secuela en forma de novela titulada El Ojo de la Mente en 1978, considerada ahora sí como la primera piedra del Universo Expandido. La idea es que esta sería la secuela en caso de que la película no tuviese éxito aunque poco tendría que ver con la siguiente película. Si quieres saber más, te recomiendo que le eches un ojo a la entrevista que realizamos al propio Dean Foster, en las que podrás encontrar detalles muy interesantes como el famoso perro de Luke.
Auge y caída de la franquicia
Tras estas obras se abrió la veda y con el éxito de la primera película comenzó el big bang. Por supuesto tuvimos novelización tanto de El Imperio Contraataca por Donald F. Glut en 1980 como de El Retorno del Jedi escrita por James Kahn en 1983. Fuera de las películas también tuvimos los primeros pasos con la trilogía de Las Aventuras de Han Solo de Brian Daley (1979—1980) y Las Aventuras de Lando Calrissian de Neil Smith (1983).
También es importante destacar toda la serie de cómics que realizó Marvel desde 1977 hasta 1986, serie que se convirtió en un auténtico flotador financiero para una Marvel que estaba pasando por uno de sus mayores apuros económicos hasta el momento.
Por supuesto no podemos olvidarnos de los spin—offs más famosos de la saga. Hablamos, cómo no, de la serie animada Star Wars: Droids en 1985, en donde se nos contaban algunas de las aventuras de C-3PO y R2-D2 antes del Episodio IV. Por otra parte tuvimos otra serie llamada Star Wars: Ewoks emitida en 1985—86, ambas para un público más joven y que vendrían a ser un análogo de nuestra Star Wars: Galaxy of Adventures y Star Wars Resistance actual. Como vemos, la saga ya empezaba a expandirse rápidamente para pasar por una especie de edad oscura entre 1987 y 1991. Lucas estaba centrado en ese momento en otros menesteres y concretamente en otra franquicia, Indiana Jones, cuyos estrenos fueron en 1981, 1984 y 1989. Por lo demás, sus intereses se centraron especialmente en el mundo de la televisión con proyectos de diversa índole y en hacer rentable su compañía. Mientras tanto, los fans y los medios no dejaban de preguntarle si saldrían más episodios, a lo que Lucas siempre contestaban con un lacónico “no lo sé —diría en 1985—, probablemente no haga ninguno más personalmente”. Sin embargo, en 1988 Lucas comentó en una entrevista a Charles Champlin que tenía ideas de sobra, incluso para tres o cuatro trilogías. Según los rumores, la nueva trilogía no se haría hasta que Lucas no considerase que disponía de la tecnología digital necesaria para llevar a cabo sus pretensiones.
A pesar del boom inicial, realmente el pulmón de la saga siempre han sido las películas. Como ocurre hoy en día, mientras haya una nueva película en el horizonte siempre se podrán expandir los horizontes pero sitúate en esta época: la última película lanzada había sido el Episodio VI y, salvo rumores aquí y allá sobre nuevos episodios —muy escuetos, recuerda que no existía Internet— no había ninguna confirmación próxima. Esto hizo que, poco a poco, la gente fuese perdiendo interés por la saga hasta el punto de denominar esta época como “Los tiempos oscuros”. El merchandising ya no daba los frutos de antaño y las series de animación ya no se emitían. Hubo algunos destellos importantes durante la misma, como el juego de rol que permitió establecer alguna de las bases más importantes del Universo Expandido y es que su manual era una auténtica enciclopedia para toda persona que se atreviese a querer saber más de verdad. El material de esta guía era tan, tan bueno que muchos novelistas lo utilizaron como base para sus nuevas historias.
Los años noventa fueron muy movidos, tanto a nivel político como cultural, aspecto que se vio también reflejado en las obras y en la franquicia en particular. Con la caída de la URSS, y en ausencia de otra ideología dominante, el mundo se politizó hacia la derecha en un mundo que era cada vez más multicultural donde existían más medios de comunicación que nunca como el nuevo formato de TV por cable y la generalización de Internet. Todo ello hizo que los fans de Star Wars, pudiesen ampliar miras, optar por nuevas vías de contacto y que las obras se popularizasen en mayor grado, llegándonos algunas que quizá de otro modo no lo hubiesen hecho y logrando que el fandom se generalizase culturalmente.
Con el auge del neoliberalismo como cultura de mercado, todo el tejido empresarial de Lucasfilm Ltd., la empresa de George Lucas, se amplió, dejando la saga un tanto de lado para centrarse en otros intereses y objetivos. Star Wars parecía abocada a ir poco a poco quedando como una saga clásica de culto pese a la promesa de nuevos episodios.
Por suerte, llegaría una de esas obras que lo cambiaría todo.
Los herederos de George Lucas (1991—1999)
Quién vino a salvar el chiringuito y a establecer otro de esos “antes y después” fue Timothy Zahn y su Heredero del Imperio en 1991, que alcanzaría el nº1 en la lista de más vendidos del New York Times, ayudando a revitalizar nuevamente la franquicia. Zahn, como Dave Filoni, es uno de esos autores que realmente entienden la esencia y lo que significa Star Wars y así se han atrevido a expresarlo a través de sus diferentes medios, optando por vías ya exploradas pero también por caminos llenos de peligros creando nuevos personajes o lugares. En esta casa les hemos dedicado varios artículos a estas obras importantes como la Trilogía de la Nueva República de Zahn, situada cronológicamente inmediatamente después del Episodio VI y donde se nos presentaba a uno de los mejores enemigos, a mi parecer, del Universo Expandido: el Gran Almirante Thrawn, al que por suerte han recuperado para el canon actual.

A Heredero del Imperio le siguió también un cómic basado en la novela. Según Michael Kaminski en su obra The Secret History of Star Wars, este renovado interés fue lo que realmente convenció a George Lucas de que quizás valía la pena intentar seguir con la saga a través de nuevas películas. En cualquier caso, aún quedarían unos cuantos años para ello, pero el Universo Expandido siguió con su nueva explosión creativa con obras como Imperio Oscuro (1991—1995), de Tom Veitch —cuya entrevista fosera también te recomiendo— y Cam Kennedy a mediados de los noventa. Destacaremos también la saga de Tales of the Jedi, en las que por fin se atrevieron a indagar en las profundidades históricas de la historia galáctica mostrándonos cómo era la Antigua República 4.000 años antes del Episodio IV, y la trilogía escrita por Kevin J. Anderson en 1994. Anderson, un veterano escritor de ciencia ficción y profundo conocedor de la saga como así nos demostró en esta entrevista, se convirtió en uno de los padres de este universo fuera de las películas y nos deleitó con una serie de historias que tendrían lugar tras El Retorno del Jedi y la nueva Academia Jedi de Luke, historias que influirían mucho en el fandom y que aún recordamos con cariño ya que supo captar la esencia de este universo y llevarlo más allá.
Por cuestiones personales, me veo obligado a mencionar una de las obras que más impacto tuvieron en mí y que en muchas ocasiones pasa desapercibida, Star Wars Dark Forces, un videojuego lanzado en 1995 que hacía uso del motor de DOOM para meternos en la piel de mi personaje favorito del universo expandido, Kyle Katarn. Posiblemente esto sea debido a que fue una de mis primeras tomas de contacto con el UE —si no contamos los cómics de Marvel— y con los videojuegos de ordenador en MS—DOS, pero recuerdo estudiarme los mapas para buscar cada secreto, asombrarme cada vez que salía Darth Vader y aterrorizarme en esa segunda pantalla llena de cadáveres quemados. Este videojuego, que sería el primero de una saga en este medio, me permitió estar en contacto con ese universo que existía más allá de las películas. Sus secuelas tuvieron el mismo impacto en mi, ya que pude jugarlas prácticamente en su salida y cada de ellas estuvo en diferentes etapas de mi vida. En 1997 llegaría su secuela, Star Wars Jedi Knight: Dark Forces II y aquí ya me volví loco hasta el punto de grabar con la cámara de mi padre los videos con actores reales que tenía el juego para pasarlos a un VHS y verlos en la TV. Su expansión, Mysteries of the Sith, lanzada en 1998, me permitió conocer a la misteriosa aprendiz de Katarn, Mara Jade.
Pero no podemos saltarnos esta etapa sin tratar la que se trata probablemente de la obra más importante junto con la anterior citada. Y es que esta en concreto tiene la particularidad de ser una obra transmedia, esto es, una historia que iba a ser contada a partir de diferentes perspectivas y medios. Nos referimos, como no, a Sombras del Imperio. No sé vosotros, pero yo la primera toma de contacto que tuve con ella fue a través del juego de PC el mismo nombre, pensando que controlaba a Han Solo por primera vez —no seais muy duros, tenía unos 11 años—. Más tarde me enteré de que el protagonista en cuestión no era el buen cazarrecompensas, sino un mercenario llamado Dash Rendar y que aún me faltaba por ver lo mejor de la historia. Eso sí, recuerdo emocionarme muy fuerte cuando me tocó enfrentarme a alguien que había visto en las películas, IG—88. En cualquier caso el producto principal, y al cual no pude hincarle el diente hasta mucho después, era la novela escrita en 1996 por Steve Perry junto a los cómics —otro autor al que tuvimos la suerte y el honor de poder entrevistar—. Hubo incluso un Compact Disc interactivo. Estos productos —que nuestro compañero Paco VIlla analizó concienzudamente— desde una perspectiva empresarial estaban, ahora sí y junto a las nuevas ediciones especiales de la trilogía original y otros productos literarios como otra trilogía sobre Han Solo, pensados para volver a encender la curiosidad por la saga de cara a la próxima trilogía, que sería una precuela y contaría lo sucedido antes de aquellos tenebrosos tiempos.
La última serie a destacar es sin duda otra de las más queridas por los fans —bueno, por casi todos— y es la serie titulada La Nueva Orden Jedi que comenzó su andadura en 1999 y duró hasta 2003. Como podéis imaginar, siguió expandiendo el universo de la saga aún más, situándose unos 20 años tras el Episodio VI y contando la nueva organización y resurgimiento de la orden gracias a Luke Skywalker, la caída definitiva del Imperio Galáctico y la llegada de unos seres de otra galaxia con malas intenciones, los yuuzhan vong.
En esta década también pudimos disfrutar de los mejores simuladores realizados para la saga en videojuegos, los Star Wars: X—Wing, cuyas numerosas entregas nos acompañaron desde 1993 a 1999. No puedo dejar de olvidar aquellos veranos, con joystick en mano, en la cabina de un X—Wing o de un Tie Fighter, cumpliendo misiones de reconocimiento o enfretándome a mi primer Destructor Imperial —aquí conocí al Gran Almirante Thrawn por primera vez—. La impresión de verlo en pantalla es algo que siempre tendré en mi memoria, tanto o más que la primera vez que conseguí conectar online con otras personas en X—Wing: Alliance, juego que, por cierto, me enviaron gratuitamente cuando me uní al clan SPAWARS allá a principios de los 2000.
Pese a todo mis mejores recuerdos siempre estarán con Jedi Knight II: Jedi Outcast, y no sólo por su argumento, que también, sino por las innumerables horas y años que dediqué al multijugador así como a su secuela Jedi Academy lanzada en 2003. La burbuja de las puntocom en los años 1997—2000 permitieron que Internet se generalizase rápidamente al ver las posibilidades de mercado, pero fue la misma burbuja que ocasionó el colpaso de los años 2000—2001 que más de uno recordará. Todo ello hizo que los videojuegos comenzasen a apostar fuertemente por incluir un multijugador en cada una de sus obras y pronto todo el mundo comenzó a utilizar Internet en sus casas o bien se conectaba a través de los cibercafés que comenzaban a proliferar por todos sitios. Todo ello dio lugar a que el fandom pudiese estar más conectado que nunca, bien fuese a través de los propios videojuegos o bien a través de las diferentes páginas web en español que surgieron. Podría contaros muchas anécdotas que pasé online en aquellos momentos, ya que tuve la suerte de poder conectarme relativamente pronto pero eso, amigos y amigas de la Fosa, es una buena historia… para otro momento.
Según nos cuenta Brian Jay Jones en su biografía sobre George Lucas, fue en la mañana de un martes 1 de noviembre del año 1994 cuando, tras desayunar con sus hijos y llevarlos a la escuela, volvió a su casa, subió las escaleras hacia su oficina y decidió comenzar por fin el borrador de la nueva trilogía de Star Wars.
¿El universo de Lucas o Lucas en un universo?
Es importante volver al punto de mira que nos interesa, recordad siempre posicionar todo esto desde la perspectiva de George Lucas, no sólo por ser el creador original, sino porque era quién seguía teniendo el control creativo final:
“Han aparecido novelas sobre los eventos posteriores al Episodio VI, que no tienen nada que ver con lo que yo hubiera hecho. La historia de Star Wars es realmente la tragedia de Darth Vader. Esa es la historia. Una vez que Vader muere, él no vuelve a la vida, el Emperador no es clonado y Luke no se casa…”.
En próximos artículos seguiremos ahondando en el poder de esta obra que, como dijimos, fue un Frankestein que acabó rebelándose contra su creador y yendo mucho más allá de lo que él hubiera pensado en un primer momento y es que las precuelas lo cambiarían todo.

Los problemas y avances tecnológicos impactarían mucho a un Lucas que, como decíamos en un principio, reflejaría los primeros ensayos de terapia genética y los bebés de diseño que ya eran una realidad en su visión de origen de los clones. Del mismo modo, las tensiones políticas y los diferentes conflictos armados por la independencia de muchos de las repúblicas, como en el caso de Yugoslavia, nos ayudarán a entender mucho mejor el origen de los separatistas en la saga, hastiados de una República corrupta que los había dejado de lado, dando lugar a la guerra entre la República Galáctica y la Confederación de Sistemas Independientes.
En 1999 llegaría, por fin, el Episodio I: La Amenaza Fantasma.
Esta revisión, si todo va bien, continuará en dos artículos más donde ahondaremos en las dos trilogías que aún nos quedan por revisar. Todo ello nos ayudará a entender y valorar esas obras realmente, y con perspectiva, para llegar hasta una serie de importantes conclusiones que cambiarán el destino de esta galaxia….
Exelente articulo !!!!!
hay cosas que está muy metidas en la cultura popular como para desaparecer… Independientemente de que guste o no lo que ha hecho Disney con la saga, que ahora sea su dueño asegura su supervivencia… Mientras haya civilización habrá Disney y habrá Star Wars…
Muy buen artículo, espero la continuación.
Hay una cosa muy importante que ha mantenido la saga muy viva en nuestro recuerdo y es su increíble banda sonora. Sin la música de John Williams mucha gente no se habría sentido tan atraída por estas películas, ya que no dejan de ser el Viaje del héroe pero en versión galáctica, como bien han comentado.
Gracias por traernos temas tan interesantes. Buen finde.
Star Wars nunca pasará de moda por muchas razones,primero porque no es algo vinculado a ninguna nacionalidad o religión o cultura,puede verlo cualquier terrícola y gustarle estas películas(puede que en el mundo oriental no tuviera impacto,las antiguas no se estrenaron en China y no tienen mucho éxito,no es una cuestión cultural porque cosas muy occidentales como Fast and Furious o Los Vengadores arrasan en China,simplemente no tuvieron el impacto del resto del mundo porque no las vieron en su día)
Y luego porque George Lucas no hizo otra cosa que crear un cuento de hadas moderno,el cuento es algo que está en la cultura humana desde tiempos antiguos,siempre habrá niños a los que contar cuentos,mismamente ese inicio típico de la saga «Hace mucho tiempo,en una galaxia muy lejana…» no deja de ser una versión moderna del «Érase una vez…» o «Había una vez…» de los cuentos clásicos.
Y Star Wars como cuento es muy atractivo,tiene de todo ,desde clasicismo(caballeros y princesas,héroes y villanos) hasta modernismo(naves espaciales,tecnología,droides)Todo con un evoltorio myt atractivo para niños y adolescentes y también para mayores.
Y seguro que hay mas razones que hacen que esta saga mas de 40 años después siga tan actual.
Ahora mismo la saga está mas viva que nunca y despertando interés incluso en aquellos que odian las nuevas películas(y curiosamente algunos que dicen que la saga está muerta y arruinada pero se siguen interesando aunque sea para ponerlas a caldo).
El día que estas historias causen indiferencia,entonces la saga comenzará a morir,pero ese día esta muy lejano,puede que no llegue nunca.
Es curioso porque según algunos fans siempre hay alguien destruyendo la saga,hace 15 años la destruía George Lucas,hoy la destruye Disney,a ver dentro de 15 años quien la destruye.
Star Wars es indestructible.
Felicidades por tan riguroso y bien referenciado articulo. Sin duda ni Lucas fue consciente hasta mucho después de que el artefacto que creo realmente cumplió su cometido de dar a muchas personas una referencia mitológica que ya quedaría ligada a nuestras vidas para siempre. Yo como veterano que vio la primera en su estreno, no fui tampoco de de ello hasta mucho tiempo después, y aquí sigo y seguiré.
El artefacto continua con nuevos productos, nuevas historias, y nuevos contextos. Y su destinatario primordial sigue siendo ese pre adolescente que va siendo captado para la causa en las distintas oleadas. Eso si, con cuidado de engrasar convenientemente a los demás eslabones de una cadena que con mayor o menor fuerza, según el momento, se vislumbra infinita.
Se aproveche o no la industria de este filón, la retroalimentación de esa galaxia muy lejana ,en la que todos nosotros habitamos parcialmente, esta garantizada.